Resúmen (poco resumido) de nuestro Eurotrip 2018

El plan

Corría junio o julio de 2017, a poco de nacer Thiago, y yo le planteaba a mi mujer: «el año que viene, tenemos que ir a Europa». Ella, acostumbrada a las frases en ese formato (en «inserte fecha» tenemos que ir a «inserte destino») medio que me dice «bueno, dale, vamos viendo», pero con la clara y única intención de que no moleste demasiado. Más aún sabiendo que recién llegaba nuestro segundo hijo y aún teníamos mas de un año por delante.

Hoy me siento a escribir este resumen que no es otra cosa que la historia de ese viaje a Europa finalmente concretado.

Algo que sabía desde un principio era que quería viajar en agosto, preferentemente los últimos días. El motivo principal era que Thiago vaya, dentro de lo posible, sabiendo caminar. Y por otro lado tampoco quería perder las bondades del verano, por lo que ir en octubre o noviembre no era una opción. Salir a fines de agosto para volver a mediados de septiembre, esa era la idea.

En aquella temprana época de planificación, faltando mas de un año, ni siquiera podía ver los precios de los vuelos. Así que la primera idea de valores la fui haciendo usando fechas de junio y de julio en algunas web que lo permitan.

Mientras tanto arrancó la programación del itinerario, tarea compleja en extremo. No quiero extenderme demasiado en esto, pero pasé por un sinnúmero de posibilidades.  Llegar a Alemania, volver desde Holanda, llegar a Italia, volver desde Inglaterra, llegar a España, volver desde….Ir en auto de Barcelona a Estrasburgo, luego en tren a Belgica, Luxemburgo y Holanda, hacer Alemania en auto, hacer Reino Unido en auto, ir a Polonia, ir al este europeo, Dinamarca, Suiza, sur de España, pasar por Andorra, ¡Ey!, me gustaría conocer Lietchtenstein….Bueno, me calmo.

Así me pasé el siguiente año. Recorriendo Google Maps y Google Earth, mirando lugares y alojamientos en esos lugares, como llegar y que hacer. Así llegué a un punto clave de todo viaje que es saber a dónde queremos llegar y de dónde queremos volver. Esta vez, y dentro de las distintas opciones que barajé, esa eleccion se dió desde el lado económico.

Los pasajes mas baratos que encontré eran saliendo de Buenos Aires hacia Barcelona y regresando desde Londres, ambos tramos en empresas «low cost». No eran exactamente los mas baratos en realidad, si no los mas convenientes. El mas barato era yendo y volviendo desde Londres, pero como no íbamos a estar únicamente en esa ciudad eso implicaba que, o a la ida o a la vuelta, deberíamos resignar un día para hacer el vuelo de conexión a o desde la primera o ultima ciudad que visitáramos.

Ya estábamos iniciando el 2018 cuando un día aparecieron precios interesantes en el Buenos Aires-Barcelona con Level a través de la web de Iberia. Lo dejo pasar para revisar en días sucesivos. Sigue mismo precio un par de días más para luego subir. ¡¡Oh no!! A los dos días vuelve a bajar. ¡Compremos ya!

Tenemos los tickets de ida. Como no nos alcanzaba el limite de la tarjeta utilizamos dos, pero como en la web no permite comprar con dos tarjetas y vía telefónica cobran recargo, optamos por comprar para 1 adulto (yo) y los 2 chicos con una tarjeta y para el otro adulto con la otra. Esto está muy bien, salvo por el hecho de que se generan dos números de reserva distintos que no tienen relación entre si. Mas adelante surgirán novedades al respecto.

Paralelamente, venía revisando la web de Skyscanner (y dejando 20 alertas programadas) para el vuelo de regreso desde Londres. Pasó algo parecido, de repente buen precio durante unos días, luego subió, bajó, volvió a subir y ahí decidí comprar porque la ansiedad estaba a punto de enviarme sin escalas al hospital. De las webs que ofrece Skyscanner la que mejor oferta tenía era eDreams UK. Desconozco si era porque estaba comprando más de un pasaje o por una promoción propia, pero el vuelo de Norwegian lo ofrecia con 2 valijas despachadas por pasajero y comida incluída (lo cual es una rareza, ya que siendo una low cost estos servicios se pagan aparte). El precio en eDreams era mas bajo que en la web de Norwegian.

Con todas las dudas, compré. Pasaba lo mismo que con el vuelo de ida, no daba el limite de la tarjeta. De nuevo, un pasaje por aquí con esta tarjeta y los otros por allí con esta otra. De nuevo dos reservas separadas.

Nos vamos un 25 de agosto y volvemos el 17 de septiembre. Pasajes en mano ya la planificación tomó un rumbo mas definitivo y el itinerario se fue consolidando cada vez más, siempre con la idea de recorrer mucho pero teniendo en cuenta que íbamos con dos chicos.

 

#EsosLugaresEuroTrip2018 inicia: Barcelona

Todo comienza a las 23:00 hs del 24 de agosto (13 horas antes de la salida de nuestro vuelo) cuando recibo dos mails de Level (uno por cada reserva) diciendo que el vuelo iba a salir a las 02:30 del 26 de agosto (es decir, 14 horas después de la hora original). Las que siguieron fueron horas de incertidumbre que rozaron el pánico y que detallé en este post.

¿Van a abrir el embarque o no? Primer aviso.

Luego de ir a Ezeiza muy temprano a consultar el estado del vuelo, volver a mi casa, volver a ir en familia a Ezeiza y nuevamente volver a casa, finalmente todo quedó resuelto. Nos vamos a las 21:00 hs. del 25 de agosto en Iberia. Me quedo con las ganas de conocer Level y tenemos que volar con escala en Madrid (en vez del vuelo directo), pero a cambio obtengo la comida gratis y, lo mejor, viajamos de noche. Ideal para que los chicos duerman.

Por el pequeño dormilón no podía terminar de bajar la mesita, así que comí con una mano mientras con la otra sostenía la bandeja.

El vuelo fue mejor de lo esperado en relación al comportamiento de los chicos, tanto la ida a Madrid como el tramo a Barcelona.

Llegamos al aeropuerto de Barcelona desde donde fuimos en tren al centro (en este post cuento sobre otras opciones de traslado) y, desde ahí, tomamos un taxi al hotel. Habíamos reservado el alojamiento en el Holiday Inn Barcelona City (acá la crítica) comprando mediante canje de puntos Superclub del banco Santander Rio. Prácticamente la mitad del costo del hotel fue saldado con puntos y la otra parte la hicimos en cuotas. Resultó ser muy conveniente esta opción dado los altos precios de Barcelona. Y hablando de altos precios, lo que no resultó tan caro en esta ciudad es la comida en el supermercado. Así lo muestro en este post.

Después de una breve escala en Madrid, ya estamos en aproximación al aeropuerto de Barcelona.

En Barcelona visitamos lugares como el Castillo de Montjuic, al cual llegamos en el teleférico y funicular, y algunos puntos icónicos del legado de Gaudí. Ingresamos a la Sagrada Familia, y visitamos exteriormente la Casa Battlo y la Casa Milá. También conocimos un poco del Parque de la Ciudadela y, por supuesto, recorrimos el Barrio Gótico y la Rambla. En nuestra última noche pasamos también a conocer la Fuente Magica de Montjuic aprovechando que estaba en funcionamiento.

La Sagrada Familia

Barcelona fue una ciudad en la que caminamos bastante. Un poco porque fue el primer destino y estábamos con toda la energía y otro poco porque fue donde mas tiempo estuvimos. Probablemente la mejor idea que tuvimos para este viaje con chicos fue comprar la «patineta» para agregar al cochecito y poder llevarlos sin que tengan que caminar. O al menos que no tengan que caminar todo el tiempo. Viéndolo ahora a la distancia, es inimaginable haber hecho un viaje de estas características con mi hijo mayor obligado a caminar o, peor aun, pidiendo a upa todo el tiempo. La patineta adosada al cochecito nos permitió recorrer mucho con un esfuerzo minimo y sin que los chicos se cansen. Es barata, la compre en Mercado Libre por $ 1000 en su momento (al cambio de aquella vez eran unos u$s 25) y se puede adaptar a casi cualquier cochecito. Para viajar en el avion la desarmé y guardé en la mochila, el cochecito viajó por separado. Al llegar al aeropuerto y recibir las mochilas la coloqué y comenzamos a utilizarla de inmediato. La recomiendo un montón.

La patineta adosada al cochecito permite que el hermano mayor no se canse y que la familia pueda recorrer sin llegar al agotamiento..

Desde la capital catalana nuestro viaje seguía detrás de la ex Cortina de Hierro. Teníamos vuelo con WizzAir directo a Budapest (que detallo en este post) saliendo el viernes 01 de septiembre a las 09:30 am. Para estar en horario tuvimos que levantarnos muy temprano y mi mujer consideró que lo correcto era ir en taxi al aeropuerto. Mi opinión era que podíamos ir en tren sin mayores problemas.

Adiós Barcelona, nos vamos a Budapest. Larga vida a la posición remota, que permite estas fotos.

Si bien podíamos ir en tren, debo reconocer que, para salir 06:30 am con los chicos semi dormidos y las mochilas y cochecito, fue mejor idea ir en taxi a pesar del costo extra. Nunca se lo reconocí a ella de todas formas.

Llegamos a El Prat en tiempo y forma ya que a esa hora tardamos unos veinte minutos y poco más para llegar desde el hotel. El check in se demoró en abrir pero luego lo hicimos rápido gracias a tener el priority boarding que había comprado junto al equipaje.

El vuelo salió casi una hora mas tarde y, tristemente, me quedé dormido en la mitad del viaje. Tenía una mínima expectativa de ver desde el aire a Crnice, el pueblo de mi abuelo en Eslovenia. Ya había analizado el recorrido del vuelo y elegido asiento en consecuencia. Pero no pude lidiar con el sueño y me quería matar al despertarme.

 

Hungría

Llegamos a Budapest un poco mas tarde de lo previsto y luego de recoger el equipaje nos dirigimos directamente al mostrador de Buchbinder, la empresa a través de la cual alquilamos el auto en Rentalcars.com. Me detengo un segundo acá. Si bien los precios de Rentalcars son en general muy tentadores, no incluyen ciertos cargos, como el extra por retirar en aeropuerto, el cual pagamos al momento de tomar el vehículo. Si contratamos directamente con la agencia (Hertz, Avis, etc) en general estos costos están aclarados al momento de hacer la reserva. Aún asi el precio total que pagamos del alquiler fue muy bueno.

Luego del papeleo habitual en estos casos, fuimos al área de parking del aeropuerto a retirar el auto. Allí mismo pedí la silla infantil para Thiago y me ofrecieron una que tuve que aceptar por ser la única disponible, pero no era demasiado buena, tanto por calidad como por «estado de conservación». Por suerte había comprado en Amazon.es, antes de viajar, un booster portátil para que use Thomas y al menos prescindir de alquilar otra butaca.

Nuestro «Astra o similar» resultó ser un Skoda Rapid. Diseño exterior bien, salvo la parte posterior que no parece bien resuelta. El interior impecable, muy equipado y cómodo.

El auto publicado en Rentalcars era un «Opel Astra o similar» y el «similar» que nos tocó fue un Skoda Rapid. Desde que comencé a buscar auto para alquilar quería manejar un Skoda y finalmente el destino así lo quiso, la experiencia fue muy buena y el auto respondió a la perfección. Me tomé un rato para hacer un breve test que aún no publiqué.

Había planes (mios) poco realistas de visitar el museo aeronáutico del aeropuerto, pero no fue posible. Así que desde el aeropuerto nos fuimos directo a la primer localidad que íbamos a visitar, Holloko. Ubicado a unos 100 km de la capital húngara, es un pueblo muy chico y a la vez muy pintoresco donde ya teníamos reservado el alojamiento en Hollóköves Vendégházak a través de Booking.com. Llegamos, nos dieron la llave de la casa asignada (eran una serie de 3 o 4 casas muy completas) y fuimos a dejar parte del equipaje. Hice la crítica del lugar en este post.

Holloko es un pueblo muy fotografiable.

Luego salimos a caminar por el pueblo y buscar un lugar para tomar la merienda con los chicos. A pocos metros de nuestra casa había una «panadería» por decirlo de alguna forma. Muy prolija y pequeña a la vez. Compramos unas galletitas y algo así como panes de queso que, junto a una leche chocolatada, fue nuestra merienda en la puerta misma de este negocio donde aprovechamos una mesa con sillas que estaban libres.

Si, definitivamente Holloko es un pueblo muy fotografiable.

Eran ya las 6:00 de la tarde y la panadería estaba por cerrar, el señor que atendía muy gentilmente nos trajo una bolsa con panes de queso y me la dió diciéndome «for the kids». Se ve que no le servirían para el dia siguiente y bueno, nos la regaló. Nos vino bien, porque si bien había lugares para comer en el pueblo, a la hora que quisimos salir (alrededor de las 20) todo estaba cerrado. Tuvimos que comprar el último paquete de papas fritas que había en el bar del pueblo, lo único abierto, y juntarlo con los panes de queso para hacer nuestra cena.

Al día siguiente recorrimos un poco mas del pueblo, incluido su clamorosamente pequeño museo, y nos fuimos a nuestro próximo destino. Pero antes, pasamos a visitar el castillo de Holloko que está ubicado en las afueras del pueblo sobre una colina que domina toda la zona.

Ahora si, partimos rumbo a Eger. Si bien era muy cerca, unos 90 km, tardamos algunas horas en llegar, básicamente porque, ademas de parar para comer algo, fuimos por la ruta que pasa por varios pueblos y, en general, manejo despacio para poder disfrutar de los paisajes.

Lo conozco al que se sentó sobre la letra «G».

En Eger teníamos alojamiento reservado via Airbnb y ya le había avisado a la dueña la hora de nuestra llegada. Extrañamente nos cito en la calle, a varias cuadras del departamento. Era una chica joven que resultó tener genes argentinos, ya que su madre era húngara pero su padre argentino. Por esas cosas del destino, sus padres se separaron y ella se fue con su madre a Hungría. Resultó una persona super amable y su casa era perfecta. Desde el estado general, hasta el equipamiento y pasando por la ubicación. 10 puntos sobre 10.

Melody, así se llama, nos prestó una tarjeta de acceso al centro histórico para que podamos ingresar con el auto y este quedo estacionado durante toda nuestra estadía. Eger es una ciudad chica y se recorre a pie.

La ciudad es encantadora. Ademas de caminar y recorrerla se puede visitar el castillo (al que no fuimos) y algunas otras atracciones como la «Cámara Obscura» y «La ciudad debajo de la ciudad».

En Eger estuvimos dos noches, sin chicos es tiempo mas que suficiente para visitar la ciudad. A nosotros nos quedó pendiente el castillo.

Hermoso el Hunguest Hotel Palota en la localidad de Lillafüred, en una zona boscosa y frente al lago.

Nuestro viaje nos llevaba fuera de Hungría, a Eslovaquia. Mas específicamente a la ciudad de Kosice. Desde Eger son unos 150 km, pero en lugar de ir por la ruta sugerida por Google Maps tomé una ruta secundaria que pasa por el Parque Nacional Bukki y por la localidad de Lillafüred. ¿Por qué? Había visto lindas fotos de esta ciudad y como quedaba relativamente de paso quería aprovechar y conocerla.

El camino dentro del Parque Bukki es extremadamente sinuoso y se desarrolla completamente rodeado de bosque. En algunos tramos el bosque se cierra sobre la ruta ofreciendo hermosos paisajes. La sucesión de curvas hizo que en un momento Thomás se sintiera mal y vomitara. Estrenamos el auto y el booster que había comprado. Por suerte en Kosice nuestro alojamiento tenía lavarropas para lavar el booster.

 

Eslovaquia

En Kosice nuestro host nos esperaba en la puerta del departamento. Fue un poco caótico conseguir lugar para estacionar después, si bien en la calle con parquímetro era un poco mas barato, preferí pagar un par de euros mas y dejarlo en un predio de estacionamiento. No lo pensé tanto por la seguridad si no por miedo a dejar el auto sin querer en alguna zona no cubierta por el parquímetro y luego recibir alguna multa o, peor aun, que me remuevan el auto. En un viaje con tantos traslados milimétricamente calculados no hay lugar para situaciones imprevistas. Como curiosidad, en los parquímetros de Kosice hay que tipear la patente del auto (para eso tienen un teclado completo) y con ese dato queda registrado el estacionamiento.

No me quise complicar la vida con este parquímetro y correr riesgos de multas o acarreo del auto.

Kosice es una ciudad pintoresca, pero a la vez la ví, no se expresarlo mejor, un poco «oscura», apagada podría decirse. Me quedó la sensación de que Eger tenía mas vida a pesar de ser una ciudad mas chica.

La ubicación de nuestro departamento era excelente al igual que el departamento en si mismo. A la hora de buscar un defecto, podría decir que estaba en un primer piso por escalera. La verdad es que subir el cochecito por escalera no es cómodo. Pero como estuvimos solo dos noches ni se me ocurre mencionarlo como algo que me haya molestado. El host nos dejó dos latas de cerveza y unos snacks de cortesía. Comimos los snacks y le dejamos la cerveza, mi mujer y yo no tomamos.

La Catedral de Kosice.

En Kosice, al igual que sucede en muchas ciudades, hay que pagar la tasa de turismo del municipio. Como al llegar no tenía cambio (eran 6 euros en total), nuestro host me dijo que al irnos le deje los 6 euros en la mesa y tire la llave en el buzón. Le pregunté si iba a pasar a ver la casa, que todo estuviera en orden, pero me dijo que no, que no hacía falta. Me sorprendió esa confianza, quizás es algo habitual, quizás vernos con chicos inspira mas confianza, no lo sé, pero es algo en lo que siempre pienso. Si estuviese alquilando mi propia casa, ¿me manejaría de la misma forma?. No lo sé, supongo que sería un poco desconfiado.

Nuestro Airbnb en Kosice, muy cómodo y excelentemente ubicado.

Finalizando nuestra estadía en Kosice salimos temprano del departamento y, por supuesto, dejamos la tasa de turismo sobre la mesa y las llaves en el buzón. Pero antes de partir hacia nuestro próximo destino tenía una visita pendiente, el Museo de Aviación de Kosice (el cual describo mejor en este post). Nos fuimos hasta el aeropuerto de la ciudad donde, en un predio contiguo, se encuentra dicho museo. La experiencia valió la pena: vimos, «tocamos» y fotografiamos aviones como el MIG-29, Phantom F-4 y helicópteros como el tremendo MIL MI-24. Finalizada la visita partimos rumbo a Spania Dolina.

En el muso aeronáutico de Kosice con un Me-109 detrás.

Inicialmente tenía previsto, dentro de Eslovaquia, visitar Kosice y Bratislava, pero la distancia entre ambas ciudades me llevó a decidir hacer una parada intermedia para que el viaje no sea tan pesado para los chicos. Y en estos casos no es que simplemente busco un punto intermedio y elijo el primer hotel barato, ¡NO!. Hice un recorrido bastante minucioso con Google Maps de la ruta que íbamos a hacer buscando lugares que me resultaran interesantes para parar y pasar la noche. El primero que surgió fue un pueblo muy particular llamado Vlkolinec (ampliaré en post aparte). Difícil de pronunciar, ¿no?. Lamentablemente nunca me respondieron del único alojamiento que encontré en este pueblo. Otro lugar que tenia dentro de las posibilidades era un antiguo pueblo de mineros en medio de la montaña, Spania Dolina. El hotel que encontré me contestó rápido y finalmente pude comprar por Booking.com.

Llegamos alrededor de las 16 horas a Spania Dolina, después de varias horas de ruta que incluyeron algunas paradas para comer y para visitar (pasé fugazmente por el pueblo que mencioné antes: Vlkolinec).

La entrada al pueblo de Vlkolinec. Un lugar rodeado de hermosas colinas y paz absoluta.

El hotel estaba muy bien, en pleno ¿centro? del pueblo. Mas allá de alguna persona que estaba de paso tomando algo en el bar, en el hotel estábamos solos. Como en otros lugares de Europa Oriental, acá se come temprano. A las 19 horas cerraba el restaurante. ¡A LAS 19 HORAS!. Bueno, 18:20 estábamos cenando. Increíble.

Al día siguiente caminamos un poco por el pueblo luego del desayuno y salimos nuevamente a la ruta. Esta vez con Bratislava como destino.

Una vista de Spania Dolina, en Eslovaquia, donde hicimos escala antes de llegar a Bratislava.

El viaje fue bastante breve y apenas pasado el mediodía estábamos llegando. Teníamos reservado un departamento que contraté mediante Despegar.com y resultó excelente. Era una cadena de alojamientos llamada Ambiente Serviced Appartments que alquila departamentos. El nuestro era enorme y completamente equipado. La ubicación excelente también. El único defecto es que la recepción estaba a unos 2 o 3 kilómetros y nunca nos avisaron que teníamos que ir ahí primero para que nos den la llave. Por suerte habíamos comprado el chip para el celular y pude llamar por teléfono para que me pasen la dirección del lugar, no se como lo hubiese resuelto si no era de esa forma.

El casco histórico de Bratislava.

Nos quedamos en Bratislava tres días y dos noches y, en ese lapso, pudimos recorrer la ciudad con bastante tranquilidad. Siendo una ciudad muy chica no hace falta demasiado tiempo para visitarla. No estoy de acuerdo con algunos comentarios que leí previamente en donde se recomienda visitarla durante el día desde Viena, es decir, ir por la mañana y volver por la noche. Si bien de esta forma se pueden conocer los principales atractivos de la ciudad, siempre elijo pasar al menos una noche en cualquier lugar al que viajo. Me parece una buena forma de adentrarme en la vida del lugar, aunque sea en forma mínima.

En Bratislava se destaca el centro histórico de la ciudad y el castillo. Este ultimo se puede visitar por dentro de las murallas en forma gratuita, aunque sin entrar al castillo propiamente dicho. El ingreso se cobra aparte y, si bien nosotros lo pagamos, no estoy plenamente seguro de si merece la pena. El interior es muy lindo, está totalmente reconstruido y alberga un museo de varios pisos donde se visita la historia no solo del castillo si no de Eslovaquia en general. En mi opinión podría estar un poco mas completo, me dejó un sabor agridulce. A pesar de ello, no me arrepiento de la visita, estando en Bratislava sería un pena no visitar uno de sus atractivos principales.

El viaje lo tenemos que disfrutar todos, por suerte a metros del Castillo de Bratislava hay una plaza con juegos.

 

Hungría (de nuevo)

Al tercer día de llegar cargamos nuestro equipaje en nuestro Skoda y dejando atrás Bratislava nos encaminamos hacia Budapest. Casi todo el trayecto se hace por autopista y el viaje es bastante breve.

En mis recorridos por Google Maps previos al viaje había visto que en un tramo de la ruta que une Bratislava con Budapest íbamos a pasar a metros literalmente de la frontera con Austria y, en determinado lugar, se encontraba la triple frontera entre los tres países, Austria, Eslovaquia y Hungría. No hace falta decir que revisé como llegar a ese punto y lo anoté en la lista de lugares a visitar.

Finalmente estábamos entrando a Hungría y llegando a la triple frontera. El lugar está demasiado cerca del paso fronterizo entre Eslovaquia y Hungría, tanto que segun el GPS tenia que desviarme en la aduana a través de una ruta secundaria. Pero en la practica esa ruta estaba cerrada, así que GPS mediante hice un rodeo de algunos kilómetros por camino de tierra que finalmente desembocó en el ansiado destino.

Dejé el auto en Hungría y me vine a Austria a sacar una foto. A un metro mio la tengo a Eslovaquia.

¿Qué hay en la triple frontera? Casi nada, una mesa con bancos de cemento, carteles y poco mas. Alrededor, todo campo, plantaciones y tres países en un radio de pocos metros.

La visita duró poco y rápidamente volvimos a la ruta hacia Budapest, ciudad a la que llegaríamos una hora y algo mas tarde. Teníamos que devolver el auto en el aeropuerto a las 14:00 hs y cuando llegamos a la ciudad era casi las 12:00. Pensamos que seria una buena opción llegar con el auto al hotel, dejar las valijas y luego ir al aeropuerto para volver en el shuttle mas livianos, así que encomendados en ese objetivo ingresamos al centro de Budapest para iniciar la búsqueda del hotel y de un lugar donde poder parar. El hotel estaba sobre una avenida sobre la cual no se podía parar, ni siquiera un momento. Dimos muchas vueltas y finalmente dejé el auto en una calle lateral donde directamente utilicé razonamiento de argentino: lo dejo acá y listo. Por las dudas, mientras yo llevaba el equipaje, mi mujer e hijos se quedaron en el auto para cuidarlo de una eventual grúa.

Con el tiempo justo (nos sobraron apenas unos minutos) devolvimos el auto en el aeropuerto de Budapest y tomamos el shuttle (el bus N° 100) para volver al centro de la ciudad. Apenas salimos, el bus pasó por la puerta del museo de aviación del aeropuerto, un lugar que tenia intenciones de visitar y que al final quedó en la lista de pendientes.

Hermosa vista de Budapest desde el Castillo de Buda.

La ciudad de Budapest me gustó y la recomiendo enfáticamente para visitar. Sin embargo, al menos en la zona donde nos hospedamos, había mas turismo que el que uno quisiera. Por supuesto, nosotros también eramos turistas, me refiero a que me recordó, un poco al menos, a Venecia, donde parece haber mas turistas que habitantes. El domingo por la tarde fui a uno de los pocos supermercados abiertos un domingo a la tarde y en la fila para pagar eramos todos jóvenes hablando distintos idiomas. En ese sentido, sentí que fue mas difícil conocer el «espiritu local» de la ciudad, aunque claro que con alejarse de la zona céntrica es suficiente.

En Budapest conocimos la Casa del Terror, un museo que relata la historia de la Cruz Flechada y el paso del socialismo y nazismo por Hungría. Tambien visitamos el Castillo de Buda, aunque sin ingresar al mismo, y el suntuoso Parlamento (visita que no debería dejar de hacerse a pesar de que me pareció muy breve).

Una de las fotos que más me gustaron de este viaje es esta que le saqué al Parlamento de Budapest en nuestra última noche en la ciudad.

Mi resumen de Budapest es que es una ciudad muy agradable de caminar y recorrer y con gran cantidad de atractivos.

 

Inglaterra

Hungría y Budapest fueron nuestro último destino en Europa Continental, desde este lado de la ex Cortina de Hierro nos quedaba cruzar medio continente para llegar a Londres. Un gran acierto en Budapest fue alojarnos a pocos metros del inicio del recorrido del bus N° 100, que lleva desde el centro de la ciudad al aeropuerto, así que una vez que dejamos el hotel apenas tuvimos que cruzar la calle para esperar nuestro transporte. Dejamos pasar uno y esperamos al siguiente para viajar sentados, teníamos las dos mochilas grandes, las dos mas chicas, el cochecito y a Thomy y Thiago.

En el bus N° 100 desde el centro de Budapest hacia el aeropuerto.

Llegamos al aeropuerto con bastante anticipación pero, a pesar de eso, no pude acceder a la terraza desde donde se pueden ver las pistas. Otra visita que quería hacer y quedó en la lista de pendientes. Nuestro vuelo salía de la otra terminal y con todos los bártulos no estaba la situación para hacer más traslados.

El check in fue lento, el vuelo se demoró y en la fila no había prioridad de ninguna clase para embarazadas, bebés ni nada, asi que hicimos la fila completa. Una vez despachado el equipaje quisimos hacer uso del VIP de Priority Pass. Había sacado la tarjeta a través de un adicional y, siendo todo gratis, no podía dejar de probar esta experiencia por primera vez.

Hay una vida mejor, pero es muy cara. Primera vez en un salón VIP de aeropuerto, en este caso en el de Budapest. Linda experiencia.

Para quienes nunca estuvimos en uno, el VIP es un mundo aparte dentro del mundo aeroportuario. Luego de ingresar nos registramos y durante este proceso tuve todo el tiempo la sensación de que habría «algún problema» y no podríamos entrar. Sin embargo no, accedimos normalmente y conocimos las bondades de estos exclusivos salones.

Al principio es raro, hay comida, hay bebidas, hay postres, galletitas, sillones, diarios, etc. Y esta todo ahí, para que uno vaya y se sirva. Es el momento en que uno se debate entre ser refinado y saborear «unos bocadillos» o lanzarse a las bandejas como el desesperado que realmente soy. Si bien comimos algo, pasamos mas tiempo intentando que los chicos no descontrolen el lugar.

Tan entretenidos estábamos que nos pasó el tiempo y al salir nos quedaban solo 20 minutos para la salida de nuestro vuelo. Ya habíamos hecho el check in y solo teníamos que llegar a la puerta que nos correspondía, ¿que podía salir mal?. Bueno, volar de Hungría al Reino Unido implica salir del Espacio Schengen y hacer migraciones, y nosotros aún no la habíamos hecho. El terror mismo nos invadió por completo..

Llegamos ̶c̶a̶m̶i̶n̶a̶n̶d̶o̶ ̶  corriendo a la fila de migraciones y en ese momento, mirando los monitores con la leyenda de «ultimo llamado» para nuestro vuelo, me sentí un absoluto idiota. ¿Cómo estábamos a punto de perder un vuelo, con todo lo que eso implicaba en este caso, por quedarnos paveando en un VIP?. Como acto desesperado mi mujer me sugiere que le pida que nos dejen pasar al primero de la fila. Jamas haría eso, pero en este caso me sentí obligado, así que me acerqué al de adelante y le dije señalando hacia el oficial de migraciones: «please, I’m losing my flight». Sin decirme nada, quizás viendo la desesperacion en mis ojos, asintió con la cabeza y nos mandamos como tromba.

El señor de migraciones, sin embargo, no tenia apuro alguno. Pidió los pasaportes, los abrió, leyó el nombre, miró la foto, nos miró a cada uno, volvió a mirar la foto, nos volvió a mirar a nosotros, me pidio que levante a mis hijos para poder verlos bien…Tranquilo eh, revisá todo lo que quieras pero avisale a los de Ryanair que no se vayan por favor.

Nos dieron los pasaportes y desde ahí concursamos por la medalla de los 200 metros sin obstáculos. Las ruedas del cochechito nunca giraron tan rápido y Thomas iba casi como un barrilete de la mano.

No perdímos el vuelo y nos vamos a Londres.

Llegamos a la puerta de nuestro vuelo y….ahí estaban todos, aun no se había abierto el embarque. Uno de los casos en los que la demora de una low cost puede beneficiarte. El alivio. Nos ubicamos en la fila de prioridad porque tenía comprado el ticket con prioridad de embarque. Subimos y nos despedimos de Budapest como si nada hubiese sucedido.

Esta foto asi, fea, no es de casualidad. Venía chequeando a ver si pasabamos justo por el Meridiano de Greenwich y finalmente no lo hicimos, en este punto (0° 0′ y 8″ E) el avión viró para aterrizar y nos quedamos en el hemisferio oriental.

Apenas un par de horas después de despegar de territorio húngaro ya estábamos en pleno descenso hacia el lejano aeropuerto de Stansted en Londres. Con el GPS del celular en mano estuve atento para ver si en algún momento cambiábamos de hemisferio cruzando el Meridiano de Greenwich, sin embargo no lo hicimos. Lo rozamos, pero no lo cruzamos. Stansted se encuentra en el hemisferio oriental. ¿Qué clase de persona se fija en esas cosas? Hola, soy Christian.

A medida que el avión desciende se aprecia mejor el territorio inglés. Las verdes praderas y los campos y pueblos tan prolijos y perfectamente delimitados. De los países sobre los que alguna vez volé, Alemania e Inglaterra (en ese orden) son los dos donde mayor orden pude apreciar desde el aire. Un orden que lleva a pensar y entender inmediatamente el grado de desarrollo de estos países.

Aterrizamos en Stansted cuando ya caía la tarde y, si bien aun era pleno día, la larga fila en migraciones más la posterior espera para retirar el equipaje nos auguraba que saldríamos del aeropuerto casi de noche. Así como en el párrafo anterior alabé el orden ingles, también es digno de criticar su política de «no prioridad para bebés» en migraciones. Estuvimos 40 minutos en la fila y, a pesar de consultarlo, no nos dejaron pasar por la fila rápida incluso estando con un bebé que acusaba cada vez más el tiempo de espera y las horas previas del viaje.

La persona que nos atendió fue amable, nos pregunto a donde íbamos, cuánto tiempo nos quedábamos, de dónde veníamos, cuánto hace que estábamos viajando, hacía donde íbamos después de irnos de Londres y así alguna pregunta más antes de sellar nuestros pasaportes. Si bien mi inglés no es extremadamente fluido y en determinadas circunstancias puede costarme un poco, en general lo puedo manejar, pero una duda que me quedó nuevamente, al igual que la primera vez que fuimos al Reino Unido, es cómo hace migraciones y enfrenta todas estas preguntas una persona que no sabe absolutamente nada de inglés, ¿habrá traductores disponibles? la verdad no lo sé.

Recogimos el equipaje y nos dirigimos a la estación de trenes del aeropuerto. Previamente, un par de meses antes, había comprado los tickets para el Stansted Express, el tren que va desde la estación Liverpool Street en el centro de Londres al aeropuerto. No puedo dejar de recomendar la compra anticipada de estos tickets porque, si bien se pueden comprar en el momento en las maquinas del aeropuerto, habitualmente hay promociones y nuestra compra anticipada nos valió la mitad del precio que comprando en el momento.

El tren Stansted Express que comunica el aeropuerto con la estación Liverpool Street en el centro de Londres es de primera. Impecable.

La espera para el tren fue breve, alrededor de 10 minutos. Cuando abandonamos el aeropuerto a bordo del Stansted Express ya la noche estaba cayendo impidiéndonos disfrutar demasiado de la vista. Aun así, el viaje fue muy placentero porque el tren es de primer nivel, tal como uno lo esperaría. Desde la insonorización hasta la disposición de asientos enfrentados con mesa pasando por el wifi. Nada para criticar de este servicio que no es barato pero, tal como mencioné anteriormente, se puede conseguir a un valor razonable comprando con suficiente anticipación.  Nosotros pagamos unos u$s 15 dos adultos, ya que los menores de 5 años no pagan.

Llegamos al centro de Londres, a la estación Liverpool Street, y nos encontrábamos a unas 8 cuadras del hotel ( 800 metros digamos, porque el concepto de cuadra al que estamos habituados en Argentina no aplica del todo bien en Europa) así que caminamos, mochilas a la espalda y cochecito con patineta para los chicos. Se notaba en el aire que las noches de verano de las que veníamos habían quedado en la Europa Continental, la noche estaba linda pero fresca.

El hotel que teníamos reservado era el Travelodge London City, un hotel relativamente económico pero que resultó tener un muy buen servicio y algo que nos resultó muy útil: un restaurante con precios muy por debajo de la media londinense. La primera noche comimos ahí mismo, habíamos salido del hotel en Budapest al mediodía y recién a las 9 de la noche estábamos instalándonos en Londres. No sería nada del otro mundo si no estuviésemos acompañados por dos pequeños de 4 años y 1 y medio.

La habitación del hotel Travelodge London City. Extrañé la presencia de heladera.

Qué linda ciudad es Londres y qué variedad de atracciones tiene para ofrecer. Llegamos un miércoles por la tarde/noche y nos íbamos el domingo hacía Windsor, asi que tuvimos jueves, viernes y sábado completos. En nuestro viaje anterior, en 2011, estuvimos solo un día y medio. Aún siento que me queda mucho por visitar en esta ciudad y, si bien quizás no vuelva en el corto o mediano plazo, sigue estando entre mis mejores destinos.

Nuestra visita en Londres incluyó bastante caminata, recorrimos la zona de Trafalgar Square, cruzamos el Tower Bridge, pasamos por The Shard y tambien por Westminster. Pero lo que mas me gustó, y lo defino como la mejor visita a un museo que alguna vez realicé, fue la visita al Museo Imperial de Guerra.

El Museo Imperial de Guerra es EL museo. De haber tenido mas tiempo creo que podría haber pasado un día entero ahí.

El Museo Imperial de Guerra te recibe con un enorme espacio abierto de al menos 6 pisos de altura del que cuelgan, literalmente, un avión Harrier, un Spitfire, una bomba volante V1 y, en el piso, una bomba V2. Si, como yo, estás interesado en esa temática, esta recepción te hace entender que las cosas se van a poner buenas. Lo disfruté enormemente a pesar de que ir con chicos tan chicos no es lo ideal si uno quiere recorrer lentamente el museo. Volvería a visitarlo sin lugar a dudas.

En las noches londinenses pasamos por el Borough Market y el Mercato Metropolitano y en ambos quedamos en cierta forma decepcionados porque no nos resultaron comodos para ir a comer con los chicos. En el caso del Borough Market no tanto porque varios locales estaban cerrados, en cambio el Mercato Metropolitano estaba en su plenitud: mucha gente, gran cantidad de locales de comida con mucha variedad (incluso uno argentino) y mesas «comunitarias» en su mayoría (casi todas ocupadas). La cantidad de gente, el formato del lugar, la música…no era un lugar cómodo para sentarse a comer con dos chicos tan chicos. De hecho, los únicos «desubicados» que estábamos con chicos eramos nosotros, así que lo visitamos rápidamente y seguimos nuestro recorrido.

También hicimos algunas compras. Fuimos a Decathlon, como corresponde a toda persona de bien que va a Europa, y también compramos ropa para los chicos en Mountain Warehouse, una cadena de ropa deportiva y de montaña que resultó ser de excelente calidad y a muy buen precio. Me quedé con las ganas de una campera hermosa que vendían por solo 30 libras. La próxima será

Presencia parrillera argentina en el Mercato Metropolitano.

Algo que me llamó la atención de Londres es el estilo de los lugares para comer. Intentamos con pizzerías, restaurantes, lugares de pastas pero en lineas generales nos encontramos con un estilo muy de pub. Muy de after office. Música fuerte, luces tenues, mucha gente comiendo en barras o parados, ambientes reducidos, ausencia ABSOLUTA de niños. No digo que todo Londres sea así, por supuesto, pero la realidad es que en las distintas zonas que frecuentamos, principalmente en un radio de 2 km desde The Shard, nos encontramos con eso. Tal es así que terminamos comiendo casi todas las noches, salvo una, en el restaurante del hotel, donde no había demasiada gente y era muy tranquilo ademas de barato.

También hubo tiempo para un rato de sociales, el día anterior antes de irnos hacia Windsor me encontré con Néstor, un amigo virtual de Twitter, que es argentino pero vive en Bulgaria, con quien cortamos esa «virtualidad» aprovechando que ambos coincidimos en Londres en la misma fecha. Al igual que yo tiene su propio blog, pero a diferencia de mi lo actualiza mas seguido. Pueden visitarlo en El Viaje Amado.

Acá con Nestor, aka @elviajeamado. Casualmente coincidimos en Londres.

El hotel Travelodge London City nos resultó muy convincente en casi todos los aspectos salvo en que extrañamos tener heladera en la habitación. Por el resto, tanto el precio como la ubicación y el servicio, fue una muy buena elección. Un importante plus nos significó el restaurante del hotel, que tenia una promoción por la cual pagando dos menúes de adultos se incluían «gratis» dos menúes infantiles. Exactamente lo que necesitábamos, cada menú de adulto costaba 12 libras así que por 24 libras mas las bebidas teníamos 4 platos principales y 2 postres (que correspondían al menú de adultos y que obviamente compartíamos). A excepción de lugares como McDonalds  es difícil encontrar ese precio en otro restaurante de Londres.

¿Uno de los dos íconos de Londres? Creo que si, junto al Big Ben el Tower Bridge es un símbolo de la ciudad.

Llegado el domingo, día anterior a la fecha de regreso a Buenos Aires, concluyó nuestro paseo por Londres y nos tomamos un tren desde la estación Waterloo que nos llevó, luego de casi una hora de viaje, hasta la estación Windsor & Eton Riverside, a metros nomás del Castillo de Windsor. Desde ahí tenía pensado ir con autobús hasta Legoland, nuestro siguiente destino, pero al llegar a la parada justo se había ido uno y Google Maps me decía que faltaban 40 minutos para el próximo. Pusimos el pecho a la adversidad y, cerrando los ojos para que duela menos, nos subimos a un taxi para llegar de una vez por todas a la tierra de Lego.

Team mochila, siempre

El taxi nos cobró £ 16, unos dolorosos AR$ 800, por un viaje de 10/15 minutos. Pero llegamos a Legoland Windsor, nuestra última escala en este hermoso viaje.

Legoland tiene dos hoteles, Legoland Resort y Legoland Castle Hotel. Este ultimo es un poco mas caro pero corre con la ventaja de que si uno llega antes del horario de check in te reciben el equipaje y el mismo personal del hotel te lo traslada luego a tu habitación. En Legoland Resort hay que esperar si o si a realizar el check in y dejar todo personalmente en la habitación. ¿Cual es la diferencia? Aparte de lo obvio, pongo nuestro caso para ejemplificar. Llegamos casi 2 horas antes del horario de ingreso, dejamos el equipaje en el centro de guardado y directamente ingresamos al parque. Al finalizar la tarde fuimos a la habitación y nuestro equipaje ya estaba allí. De otra forma deberíamos haber perdido casi 2 horas de visita al parque esperando para dejar las valijas. Si uno va con auto puede dejar todo en el auto y hospedarse en el Resort, pero no fue nuestro caso.

El Castle Hotel en Legoland es todo lo que esta bien en hoteles temáticos (es el único que conozco igual! ja)

Legoland me pareció espectacular. Todo. He leído acerca de la inconveniencia de llevar chicos de menos de 8 o 9 años a Disney, porque pueden no disfrutarlo plenamente. Legoland es el lugar que cubre esa brecha entre los 4 y los 8/9 años. Un adulto o incluso un adolescente quizás no disfrute plenamente de este parque, en mi opinión está pensado para los sub 9. Hecha esta consideración tengo que decir que no hay detalles librados al azar, toda la ambientación esta basada en Lego, desde los juegos, hasta el jabón del baño del hotel pasando por las decoraciones presentes en cada rincón.

La habitación no tiene desperdicio.

Mención especial merece el Castle Hotel y su ambientación de castillo medieval que es la principal diferencia con el Resort. A pesar de lo que comenté mas arriba acerca de la edad ideal para este parque, como adulto lo disfruté plenamente.

El paquete que compramos es el publicado como «Second Day Free» de 1 noche de alojamiento que incluye entradas para dos días al parque para todos los huéspedes y desayuno. Es muy importante comprar con anticipación porque entre comprar con 6 meses de anticipación o con 3 días se pueden conseguir importantes descuentos de hasta un 40 %. Si la idea es visitar Legoland recomiendo suscribirse a su mailing y planificar la compra de las entradas incluso de un año para otro (en noviembre/diciembre hay ofertas para compra anticipada de entradas para el siguiente año).

El mundo mini Lego es una sección de Legoland con reproducciones a escala de distintas ciudades. Por supuesto todo construido con Legos.

La experiencia fue inmejorable y no puedo dejar de recomendar la visita a este lugar en un viaje con chicos. Pero llegamos al día lunes y nuestro viaje llegaba a su fin.

Ingresamos al parque apenas abrió (los huéspedes del hotel pueden ingresar media hora antes de que se abran las puertas al público) y pasamos nuestro último día en Legoland aprovechando que había poca gente porque era lunes.

Por la tarde recogimos nuestro equipaje y nos tomamos el bus hacia Windsor, desde donde el tren nos llevaría al aeropuerto de Gatwick.

En mi opinión Legoland es ideal para chicos de hasta 9 años.

En Gatwick aprovechamos un rato en el VIP, gracias a la tarjeta Priority Pass, y luego buscamos la puerta correspondiente a nuestro vuelo de Norwegian que finalmente nos traería de regreso a Buenos Aires. El avión era muy nuevo, no busqué cual era su antigüedad, pero se notaba. Me llamó la atención las ventanas de oscurecimiento eléctrico, las cuales nunca había visto. No tienen cortinita si no un botón con el cual, en la medida que se pulsa, el vidrio se oscurece o aclara. Interesante también el sistema de entretenimiento, con contenidos para grandes y chicos tanto en películas como juegos. Me divertí un rato jugando a una trivia que permite participar compitiendo contra otros pasajeros.

El salón VIP de Gatwick donde pasamos un rato antes de embarcar hacia Buenos Aires.

Viajamos muy bien pero al llegar nos encontramos que nuestro equipaje había quedado en Londres. En Ezeiza hicimos el reclamo y, la verdad, nos fuimos un poco preocupados. Paralelamente hice la denuncia en el seguro de viaje.

Ya en Buenos Aires, el 787 de Norwegian que nos trajo a casa.

Tres días después me llaman de Norwegian para avisarme que el equipaje ya había llegado a Buenos Aires y que me lo traerían a mi casa. Y así lo hicieron, en el horario pautado me trajeron todo lo que habían «olvidado» de cargar y así finalmente dimos por terminado este Euro Trip 2018.

Este viaje fue muy intenso, estar con dos chicos de estas edades implica ciertos sacrificios. Por un lado hay que respetar sus tiempos, tanto de alimentación como de descanso. Por otro lado las visitas a distintos lugares hay que adaptarlas a la familia y no solo a lo que uno quisiera. Visitamos muchas plazas a toda hora, estuvimos subiendo a toboganes a las 10 de la noche o a las 2 de la tarde, porque el viaje es para que todos lo disfrutemos. Y como ya ha sucedido en el viaje anterior a Europa que hicimos con Thomy antes del nacimiento de Thiago, insisto en lo hermoso de viajar con hijos. Es sin dudas de lo mas gratificante de las vacaciones; enseñarles el mundo, compartir experiencias o simplemente estar con ellos las 24 horas sin el «apuro» del día a día en el resto del año. Hay que aprovecharlo ahora, el tiempo, y la vida, se nos van mucho más rápido de lo que a veces llegamos a darnos cuenta.

 

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El Viaje Amado
El Viaje Amado
5 años hace

Muy buen viaje!!! Se nota que la pasaron bien y supieron aprovechar al máximo.
Y qué bueno que pudimos conocernos!
Saludos desde Bulgaria