Yavi: El marqués de la Puna

Hace unos cuántos años un conocido bastante adepto a los viajes por el interior me contó la historia de un pequeñisimo poblado de Jujuy casi en el límite con Bolivia que tuvo el raro privilegio de ser parte del único marquesado que existió en lo que actualmente es la Argentina.

El Cordón de los Siete Hermanos, a un par de kilómetros de Yavi.

El Marquesado de Yavi, llamado así por ser Yavi una de las principales residencias del marqués o, dicho correctamente, Marquesado del Valle de Tojo, abarcaba una región muy amplia en esta parte del norte Argentino y del sur de Bolivia. Si bien la sede principal del gobierno estaban en Tarija, Yavi era un punto estratégico por ubicarse junto al Camino Real, que comunicaba el Alto Perú con el Río de la Plata.

La Casa del Marqués. Actualmente un museo que vale la pena visitar.

Allá por el año 2013, tiempo después de conocer esta historia, estábamos planificando nuestro primer road trip por el Noroeste Argentino y el hecho de saber que íbamos a llegar a La Quiaca trajo de inmediato el recuerdo de Yavi. ¿Cómo íbamos a dejar de conocer Yavi estando tan cerca?.

La información sobre este pueblo era bastante escasa, no aparecían alojamientos en ninguna web, ni siquiera reseñas en Tripadvisor. Solamente sabíamos como llegar. Revisando los mas recónditos foros encontré alguna referencia sobre algún hostal del lugar, pero con poca información. Era ir y ver qué encontrábamos.

La Hosteria de Yavi.

 

El lujo es vulgaridad, pero hemos pasado por mejores habitaciones.

Llegando a La Quiaca nos surgió la duda de si quedarnos a dormir en Yavi, de ir y volver en el día o si quizás sería mejor directamente no ir. Nos decantamos por la opción de pasar una noche allí, principalmente porque me gustaba la idea de dormir en un lugar tan remoto y pequeño.

La iglesia de Yavi.
El interior de la iglesia es sencillo, pero a la vez un poco exótico y encantador.
Una extraña figura para encontrar dentro de una iglesia.

Desde La Quiaca es muy fácil llegar a Yavi, por la ruta 5, que apenas saliendo de la ciudad tiene un desvío hacia el aeropuerto de La Quiaca, son apenas unos 20 km. Yendo muy relajado para disfrutar el paisaje y ver vicuñas a la vera de la ruta no puede tomar mas de media hora. Si no se cuenta con auto se puede ir en remis o taxi desde La Quiaca. Una chica que viajaba sola y con quien nos cruzamos llegó de esta forma. Como siempre en estos casos, conviene acordar el precio del viaje antes de hacerlo y solicitar un teléfono a quien nos traiga para llamarlo luego y pedir que nos venga a buscar.

Un altar dentro de la iglesia.
La zona aledaña a la iglesia y la Casa del Marqués es muy pintoresca.

Apenas antes de entrar al pueblo cruzamos el Cordón de los Siete Hermanos, una formación montañosa que parece muy baja, pero eso es hasta recordar que estamos a 3500 metros sobre el nivel del mar. Salir a correr acá es quedarse sin aliento luego del octavo paso.

Una vez en Yavi nos pusimos a buscar alojamiento, como el pueblo es muy chico no lleva mucho tiempo ir de uno a otro. En el primero al que fuimos, si bien parecía estar abierto, nadie respondió al llamado a la puerta. Miramos por la ventana, golpeamos nuevamente. Nadie salió. La segunda opción a la que fuimos era la «Hosteria Municipal de Yavi«. El precio era casi irrisorio, incluía desayuno y había lugar (de hecho, estábamos nosotros solos). Ahí nos quedamos.

Por algún motivo encontré atractivo este encuadre mientras caminaba por el pueblo.

¿Qué hay en Yavi? Luego de ver nuestras fotos o de contarles la experiencia, mucha gente opina que no hay nada. En mi opinión hay mucho. No me canso de mencionar que amo los lugares remotos, perdidos, lejos del turismo masivo, que conservan su esencia. Yavi cumple con todo eso. Salir a caminar por el pueblo en la tarde es no escuchar ruidos, literalmente. El único ruido que hay es el que producen nuestras pisadas en el ripio de la calle, porque, desde ya, no hay asfalto.

Esta imagen permite apreciar la dimensión de Yavi.

Nuestra salida principal fue a visitar la Casa del Marqués de Tojo, ahora convertida en museo. Museo que alberga gran cantidad de información y objetos de la época colonial. Si no recuerdo mal, no se podían tomar fotos del interior. Es la única explicación que tengo para no contar con ninguna imagen del lugar. Me sorprendió lo bien cuidado del lugar, tanto el interior como exterior.

Frente al museo se encuentra la iglesia San Francisco de Asís. Pintoresca por fuera pero mas aún por dentro, con un estilo tipicamente de la región.

A metros de este sector del pueblo pasa un arroyo, toda una rareza en esta zona tan árida. Acá se puede ver uno de los pocos tonos de verde natural en muchos kilómetros a la redonda.

La calle principal del pueblo pasado el mediodia.

Y un poco se termina aquí lo «turístico» de Yavi. Aún así, hemos vuelto a caminar por las calles del pueblo, compramos galletitas en un pequeñísimo almacén de ramos generales y aprovechamos la quietud del lugar para sacar algunas fotos.

El clima es bastante riguroso, durante el día hacía un calor agradable (fuimos en mayo) pero durante la noche hacia frio. Bastante frio. En la hosteria donde nos alojamos consultamos por la cena y nos dijeron que podían prepararnos algo, pero luego pensamos ¿comer en el hotel?, no, busquemos algo afuera. Claro, si la vida diurna de Yavi es mínima, la vida nocturna es nula. Menos aún en temporada baja y un día de semana.

La calle principal al caer la tarde.

Llegamos a la posada «La Casona», quizás el único lugar que tenía luz prendida. Entramos y, como era de esperar, estábamos nosotros solos. Nos recibió su dueño, a quien preguntamos, primero, si estaba abierto, porque daba la sensación de que el lugar no estuviese trabajando. Nuestras opciones eran esa o cenar galletitas, ya que en la hostería donde nos alojamos había que avisar con tiempo para que nos prepararan la cena. Por suerte la «La Casona» estaba abierta y tenia un menú para cenar. No muy variado por cierto, de hecho había un solo plato: ravioles. La respuesta a la pregunta de si había variedad de salsas para elegir no te sorprenderá.

La construcción es la típica de adobe que se observa en el norte de Argentina.

En contra de esta cena diré que el plato era un poco escaso, algún raviol extra hubiese estado bien. Pero en su defensa corresponde decir también que estaba muy rico. Salimos empatados. Siempre lo digo, disfruto en la misma medida de una cena de gala en un hotel 5 estrellas que de un humilde plato de ravioles, sin postre y sin mantel, en un lugar como este.

La Posada «La Casona», lugar donde cenamos en nuestra única noche en Yavi.
Dentro de la posada, un texto adjudicado a Buda difícilmente comprobable. Vale igual.

La vuelta a la hostería la hicimos lentamente, para disfrutar de la noche en la Puna y mirar el maravilloso cielo estrellado que solo la escasa contaminación lumínica de estas zonas permite. Bueno, en un punto no fue tan lentamente porque el frio era bastante intenso.

La palabra «artesanía» en una sola imagen.

La hostería no tenía ni internet ni television, aunque la verdad no es algo que nos interese. ¿Realmente alguien viene acá para mirar la tele?.  Al día siguiente, luego de un desayuno muy sencillo, nos fuimos de Yavi. Teníamos muchos kilómetros por delante, nuestra siguiente parada era Susques, rumbo al Paso de Jama para cruzar a Chile.

De vuelta a nuestro alojamiento, una foto rapida de Yavi y su cielo estrellado.

En una ubicación remota de Argentina, fuera de los circuitos turísticos tradicionales, Yavi me dejó un hermoso recuerdo, un lugar del que muy pocos conocen su historia y que no pretende ser lo que no es. Quién sabe si volveremos alguna vez, me gustaría recorrer esta región nuevamente, ahora ya con mis hijos. Es la eterna disyuntiva, tantos lugares por ver que no sabemos si volver a los visitados o sumar nuevos destinos.

 

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Josefina López Mac Kenzie
5 años hace

Hola. Me encantó tu rseña. Quería preguntarte si te quedó algún teléfono de La Hostería de Yavi. Y si La hostería municipal y «El hostal de Yavi» son lo mismo o dos lugares distintos.
Mil gracias
Josefina