Crítica: Hotel Cortaderas, Paraje Cortaderas/Paso de San Francisco, Catamarca

Luego de visitar la zona de los parques Talampaya e Ischigualasto en La Rioja y San Juan respectivamente, fijamos rumbo hacia el norte con el objetivo de cruzar a Chile a través del Paso de San Francisco. Para esto, necesitábamos hacer una escala y no podía haber mejor escala que un hotel enclavado en medio de la cordillera, a 3500 metros sobre el nivel del mar y a 100 km del pueblo mas cercano (Fiambalá).

Nuevamente, el hallazgo de este hotel se dió por mi búsqueda de lugares apartados y no tan conocidos turísticamente. No hay demasiada información en internet sobre el Hotel Cortaderas. Algunos comentarios de huéspedes que se alojaron allí, hablan de una casi crónica incomunicación. Internet funciona esporádicamente, no hay teléfono ni celular. Pude confirmar todo esto al intentar reservar nuestra habitación. Después de varios mails no respondidos enviados a las direcciones que encontré en internet, decidí llamar a los números de celular que también aparecían en internet. Pero las llamadas nunca eran respondidas. Por último, probé suerte con Whatsapp. El primer mensaje fue respondido y quedé a la espera debido a que tenían que confirmar si un contingente tomaría todo el hotel en la fecha en que nosotros planeábamos ir.

El Hotel Cortaderas visto desde la ruta 60

No tuve respuesta, así que a los dos días insistí con otro mensaje. Me respondieron que finalmente había disponibilidad. Les pedí que me reservaran una habitación y, luego de insistir tras dos días más de silencio, me confirmaron la reserva para ingresar un sábado y salir un lunes.

Al llegar al hotel, eramos los únicos que estábamos alojados ese día. Nunca como en ese momento tuve la sensación de estar tan lejos de todo. Las dos personas que trabajaban en el hotel y nosotros tres eramos los únicos seres humanos en quién sabe cuantas decenas de kilómetros. Al siguiente día, otras tres personas ingresaron. Ya eramos ocho!.

El hotel tiene unas dimensiones que parecen excesivas. Como si hubiese sido pensado para otro lugar. Al entrar por primera vez y no habiendo prácticamente nadie en el, es inevitable tener la sensación de estar en un hotel fantasma de película. Esa sensación se acrecienta exponencialmente por la noche, cuando se apagan todas las luces de los pasillos y caminar desde la habitación hasta la recepción es hacerlo en la casi total oscuridad. Sin dudas un destino inolvidable.

A continuación, la crítica del Hotel Cortaderas.

Alojamiento contratado:

Contratamos una habitación triple (dos adultos y un bebe) con desayuno a $ 1200 (u$s 80 aproximadamente).

Ubicación:

Quizás este apartado sea la clave de este hotel. Aunque pensándolo bien, no, sobra el «quizás», definitivamente la ubicación ES lo que hace único al Hotel Cortaderas.
Si quisiéramos indicarle a alguien como llegar al hotel podríamos simplemente decir «seguir la ruta hacia el Paso de San Francisco hasta que, en el medio de la nada, te encuentres con el hotel». Ni mas ni menos.

Vista de la ruta 60 desde el hotel con el cartel que indica las distancias a Chile

Para dar un mejor aproximación, puedo decir que la ubicación es a unos 100 km de Fiambalá, a la vera de la ruta 60, junto a una laguna artificial creada a partir de un pequeñísimo embalse.
Vale decir que esta laguna esta poblada por distintas aves acuáticas como patos, flamencos, etc. Un espectáculo privado con solo asomarse a la puerta del hotel.
Volviendo a la situación geográfica, no hay mucho mas para agregar. La ubicación no es ni buena ni mala. Personas como yo dirían que es absolutamente fascinante poder alojarse con todas las comodidades en un lugar así. Otras personas a las que comenté la experiencia me dijeron que no se quedarían en un lugar tan alejado de todo. Son gustos.
La única certeza es que el Hotel Cortaderas se ubica a 3500 msnm y a 120 km del Paso de San Francisco. No hay mas que el hotel en un radio de al menos 100 km.

Servicios:

Si bien la estructura del hotel es imponente, mas cercana a la de un cinco estrellas, no parece haber mas servicios que los de una posada. Es decir, ademas de la habitación, se ofrece el desayuno y el uso del restaurante.

El pasillo que conecta gran parte del hotel

Hay un sector muy grande ambientado como salón de juegos/bar, pero durante nuestra estadía no funcionaba. Y es lógico, el primer día que pasamos aquí estábamos solos. Nosotros tres y las dos personas que atienden el lugar.

El salón/bar que estaba sin uso

Hay algunos juegos de mesa y una mesa de ping pong también. No hay pileta ni ningún servicio similar, solamente un gran televisor con DirecTV en el salón principal.
Un detalle no menor para destacar es que el hotel produce su propia electricidad a través de un generador hidroeléctrico ubicado en el rió que pasa en las inmediaciones. Debido a esto, el agua caliente depende de la generación de energía y se habilita un par de horas por día durante la noche. Al llegar nosotros, y como no había nadie alojado, prendieron la caldera para que podamos bañarnos.

Recepción y salón comedor

El restaurante tiene un menú limitado a 4 o 5 platos y los precios son más que razonables.
Dada la zona, no hay señal de celular y tampoco teléfono. Internet no funcionó los dos días que estuvimos y, la verdad, no me sorprende. El pago del hotel, como es de esperar, se hace en efectivo ya que no trabajan con tarjetas.

Atención del personal:

Costó bastante contactarnos, mandé varios mails que no me respondieron y finalmente logré comunicarme por Whatsapp. Por ese mismo medio concreté la reserva, la cual se hizo solamente de palabra. La atención en general fue excelente, el personal (un hombre y una mujer) fueron siempre muy amables.

Habitaciones:

Reservamos una habitación triple, pero la que nos dieron al llegar era cuádruple. Independientemente de la cantidad de camas, la habitación era muy espaciosa. Había lugar de sobra para poner equipaje y circular aunque, curiosamente, no había placard ni perchero.

Agradable bienvenida

Dentro de la habitación hay un espacio bastante amplio que comunica con el baño y que cuenta con un lavatorio y espejo. Ademas, el baño propiamente dicho también tiene un lavatorio.
La habitación tiene una ventana, bastante pequeña considerando el tamaño general, que dá hacia la montaña. Todas las ventanas están selladas (con cinta) y se aclara que es debido al viento y al polvo exterior.

Nuestra habitación

A pesar del frio reinante en la zona (calculo que la temperatura por la noche estuvo por debajo de los 0 °C), la habitación no era en absoluto fria. El único elemento calefactor era una estufa eléctrica bastante pequeña, pero que sumada a la aislación de las ventanas, se encargó de proporcionar un clima agradable para dormir.

El antebaño, con lavatorio y espejo

El baño, por último, es amplio en consonancia con la habitación y cuenta con una bañadera. El agua caliente, como mencioné antes, no está disponible las 24 hs, pero cuando la utilizamos tenía un caudal y temperatura correctos. Un toque de calidad podría darse reemplazando la cortina de la bañadera por una mampara o vidrio. Es solo una opinión.

La ventana del baño no tiene cortina, pero… ¿quién podría ponerse a mirar? 

Por la noche, todas las luces del hotel se apagan salvo las de la recepción y algunas pequeñas en los pasillos (por lo explicado antes acerca de la generación de electricidad). La habitación en la que estuvimos se encontraba casi en el extremo opuesto a la recepción, así que las veces que salí de noche a caminar por los alrededores tuve la sensación de estar en un hotel casi fantasma al ir desde la habitación a la puerta de entrada. Lejos de parecerme un punto en contra, creo que alimenta el particular espíritu de este hotel.
La habitación no tiene ni televisión ni heladera. Como mencioné antes, no funcionaba el wifi.

Comida:

Estando a 100 km. de cualquier pueblo, es imprescindible que haya un servicio de restaurante en el lugar y efectivamente el hotel cumple sobradamente.

El desayuno del primer día. Faltó algo para untar.

En el gran salón de la recepción se sirve el desayuno. No es particularmente abundante. El primer día, de hecho, fue mas bien básico. Bebidas (café, leche, té, té de coca, etc.), pan (sin nada para untar), jugo de naranja y gelatina con frutas. No comimos casi nada porque no nos sentíamos demasiado bien, probablemente por la altura. El segundo día mejoró y se agregaron manteca y mermelada. Estuvo normal, a tono con lo que nos han ofrecido en hoteles de la zona.

Plato de ravioles

Los almuerzos y cenas son a pedido. Hay un menú acotado de unos 5 o 6 platos (pastel de papa, ravioles, tortilla, pollo, puré de papas, etc.). Hay que avisar durante el día a qué hora se quiere comer y ellos preparan la comida para esa hora.

Pastel de papa. Estaba muy rico

Estos platos eran muy sabrosos y abundantes y, al ver la cuenta final al retirarnos, también eran muy accesibles.

Humilde pero sabrosa tortilla

En líneas generales, con un desayuno que podría mejorarse un poco, el apartado culinario creo que está bien cubierto.

Para finalizar, me permito hacer hincapié en una actividad que recomiendo a quienes visiten Cortaderas. Cuando la noche ya haya caído, vale la pena salir del hotel y, como mínimo, ir caminando hasta la ruta. En nuestra estadía hubo luna llena y la caminata bajo su luz, que permitía distinguir absolutamente todo el paisaje como si fuese de día, fue sencillamente fantástica.
Las siguientes fotos, entre otras, las obtuve a medianoche.

En la ruta 60, con una exposición de 30 segundos.

 

Desde el frente del hotel, esta vez una exposición de 25 segundos.

 

Lo bueno:
-La ubicación es fantástica. No cabe otra palabra.
-El precio fue muy bueno, tanto del alojamiento como la comida que consumimos.
-La habitación es cómoda y amplia, con cama king size y dos camas adicionales.
-Imperdible salir a caminar de noche cuando hay luna llena (fue mi caso).

Lo malo:
-El contacto con el hotel para reservar fue bastante complicado, no respondieron los mails y pude reservar enviando mensajes por Whatsapp. De todas formas cuando fuimos no había nadie alojado, así que la reserva no era necesaria.

Burros caminando frente al hotel por la tarde

Veredicto: No es un hotel como cualquier otro, no por el servicio que brinda si no por la ubicación en la que se encuentra. Asi que para dar un veredicto creo necesario considerar también el entorno que lo rodea. Basado en esto, mi conclusión es que es un hotel para volver o, como mínimo, para recomendar a cualquiera. En unos pocos metros de caminata, se puede pasar de una cómoda habitación a estar en medio de la montaña a 3500 metros de altura y a 100 km de cualquier otra persona.

Para quién si:
Los que quieren estar más cerca (muy cerca) de la naturaleza sin perder confort. Los que buscan lugares alejados y perdidos. Viajeros que quieran ir a Chile por un cruce no tan conocido (el Paso de San Francisco) y necesiten parar para descansar o solo para disfrutar del entorno. Y si no es para cruzar a Chile, al menos para visitar la increíble Ruta de los Seismiles, que comienza luego del hotel.

Para quién no:
Los que quieran estar en medio de la civilización, cerca de zonas transitadas. Quienes busquen servicios adicionales al alojamiento como pileta, spa, wifi.